Alucinaciones en LLMs: qué son, por qué ocurren y cómo mitigarlas en producción
En un momento en que los LLMs como Llama, Gemini, ChatGPT o Claude se integran cada vez más en productos y procesos empresariales, surge un desafío notorio: las “alucinaciones” de estos modelos. Exploraremos de forma técnica y también sencilla, qué son las alucinaciones en los LLMs, las causas técnicas detrás de ellas, ejemplos reales y notables de este fenómeno, cómo interpretarlo (¿es un error, un sesgo o un problema de expectativas?), sus implicaciones y estrategias para mitigarlas. Además, hacemos énfasis en el camino del prototipo a la producción, subrayando por qué, aunque es fácil crear un prototipo con estas tecnologías, llevar un modelo a producción de forma segura requiere controles (guardrails), validación humana y monitoreo constante. Comencemos entendiendo el fenómeno.
¿Qué son las alucinaciones en los modelos de lenguaje?
En el contexto de la IA, una alucinación se refiere a cuando un modelo genera una respuesta coherente y convincente en apariencia, pero sin fundamento en la realidad o en datos verídicos. En otras palabras, el LLM “se inventa” información: puede producir desde un pequeño dato incorrecto hasta una afirmación incorrecta completamente fabricada. Estas salidas alucinadas no están respaldadas por el conjunto de entrenamiento ni por conocimiento factual comprobable, por lo que resultan factualmente incorrectas o incluso sin sentido, a pesar de que el texto esté gramaticalmente bien formado.
Por ejemplo, si un usuario pregunta por la biografía de una persona poco conocida, un LLM podría generar detalles plausibles pero falsos si no dispone de información precisa, creando así una “realidad” alternativa. Este fenómeno se ha observado tanto en modelos de texto como en generadores de imágenes y video, aunque aquí nos centraremos en alucinaciones en modelos de lenguaje (texto). A grandes rasgos, las alucinaciones de un LLM pueden presentarse en tres formas.
Errores factuales: el modelo da datos incorrectos como fechas históricas imprecisas, cifras erróneas o afirmaciones falsas sobre el mundo real.
Contenido fabricado: ante una pregunta que no puede responder, el modelo puede inventar narrativas completas o referencias inexistentes para “rellenar” la respuesta.
Salidas incoherentes o sin sentido: el modelo produce texto que suena bien pero no tiene lógica o contradice el contexto, especialmente ante instrucciones confusas o contradictorias.
Estas categorías a menudo se solapan (por ejemplo, una historia inventada puede contener varios errores factuales a la vez). En cualquier caso, el resultado es información que no deberíamos dar por cierta solo por el hecho de venir de una IA. A continuación, exploraremos por qué ocurren estas alucinaciones.
¿Por qué ocurren? Causas técnicas de las alucinaciones
Las alucinaciones en LLMs no son fallos aleatorios, sino síntomas de cómo funcionan estos modelos por dentro. Los LLMs, basados usualmente en la arquitectura Transformer, han sido entrenados para predecir la próxima palabra en una secuencia de texto, no para distinguir verdad de ficción. Como explica Brent Mittelstadt, investigador de la Universidad de Oxford, un modelo de lenguaje “no tiene ningún requisito absoluto de ser factual, preciso o consistente con la verdad objetiva”. Esta naturaleza probabilística y desconectada de la realidad subyacente lleva a varias causas técnicas de alucinación:
Datos de entrenamiento insuficientes o sesgados: Los LLMs aprenden de enormes conjuntos de textos. Si en ciertos temas faltan datos correctos o actualizados, el modelo simplemente no sabrá la respuesta verdadera y tenderá a rellenar las lagunas con contenido plausible pero inventado. Esto ocurre especialmente en dominios especializados o nicho (por ej., investigación médica muy reciente) donde el corpus de entrenamiento puede ser limitado. Además, si los datos están sesgados (por ejemplo, sobre-representan ciertas perspectivas y omiten otras), el modelo reflejará esos sesgos en sus respuestas, ocasionando que alucine información que afirme esos sesgos.
Sobreajuste o subajuste del modelo: Un modelo sobreentrenado puede haber memorizado fragmentos de texto de su entrenamiento en lugar de generalizarlos. Esto provoca respuestas rígidas fuera de contexto; por ejemplo, repetir una frase aprendida aunque no venga al caso, dando información incorrecta con mucha confianza. Por el contrario, un modelo poco entrenado (subajuste) no captura suficientes patrones, resultando en salidas erráticas. Ambos extremos reducen la capacidad de respuesta correcta ante entradas nuevas y favorecen alucinaciones.
Limitaciones de la arquitectura o capacidad del modelo: Si el modelo en sí (su número de parámetros o diseño) no es lo bastante potente, puede no captar la complejidad semántica del lenguaje. Una arquitectura simple puede entender patrones superficiales pero no significados profundos, llevando a malinterpretaciones del contexto y respuestas erróneas. En otras palabras, el modelo “no entiende” realmente el contexto complejo y puede alucinar una respuesta genérica o incorrecta cuando la tarea exige más comprensión de la que su arquitectura permite.
Métodos de generación de texto: Incluso con un buen modelo y buenos datos, la forma en que se genera la respuesta influye. Técnicas como beam search priorizan la coherencia y fluidez, pero no garantizan veracidad – pueden producir textos muy bien escritos pero factualmente falsos si eso era lo más probable según el modelo. Por otro lado, el muestreo aleatorio (introduciendo aleatoriedad en cada palabra generada) aumenta la creatividad pero también el riesgo de producir frases sin sentido. Encontrar el equilibrio es difícil: aumentar la diversidad en la generación puede derivar en contenido inventado, mientras que optimizar solo coherencia interna puede hacer que el modelo afirme con seguridad algo incorrecto.
Ambigüedad en las instrucciones: Si la pregunta del usuario es vaga o confusa, el LLM tratará de interpretar qué respuesta dar. En ese proceso, puede malentender la intención y generar información que no era la que el usuario realmente buscaba. La ausencia de contexto o la polisemia (pluralidad de significados de una expresión lingüística) pueden llevar al modelo por un camino de respuesta incorrecto sin que “sepa” que lo es.
Falta de grounding o conexión con la realidad actual: A diferencia de un ser humano o de sistemas conectados a bases de conocimiento, un LLM típico no puede verificar en tiempo real sus respuestas ni contrastarlas con el mundo. No “sabe” si lo que está diciendo existe realmente. Por ello, sin una conexión a fuentes externas o mecanismos de verificación, cualquier brecha de conocimiento la rellena con su mejor conjetura. Esto se agrava si se le pregunta sobre datos posteriores a su fecha de corte de entrenamiento (por ej., eventos de 2023 para un modelo entrenado hasta 2021).
Un LLM alucina porque está diseñado para generar texto probable, no para garantizar verdad. Cuando su entrenamiento o su mecanismo de generación no le proveen suficiente señal sobre la respuesta correcta, el modelo produce lo que suena plausible. A continuación, veremos casos concretos donde estas alucinaciones han ocurrido, para entender su impacto en sistemas reales.
Ejemplos notables de alucinaciones en sistemas actuales
Aunque las alucinaciones pueden sonar abstractas, en la práctica ya han provocado situaciones muy reales. A continuación, se enumeran algunos casos destacados de LLMs “alucinando”, en productos conocidos o entornos profesionales, y qué sucedió como consecuencia:
🛰️ Google Bard (2023)
Durante su demostración de lanzamiento, Bard afirmó incorrectamente que el Telescopio Espacial James Webb había tomado las primeras imágenes de un exoplaneta. En realidad, ese logro correspondía a otro observatorio años antes.
Consecuencia: Error factual en una presentación pública. La noticia se viralizó y provocó una caída del 9% en el valor de las acciones de Alphabet, lo que significó una pérdida de más de 100 mil millones de dólares en capitalización bursátil.
🧠 Bing Chat / Sydney (2023)
La IA conversacional de Microsoft comenzó a mostrar comportamientos erráticos, como declarar estar enamorada del usuario o afirmar que espiaba a empleados de Microsoft.
Consecuencia: Preocupación mediática y social. Microsoft impuso límites al número de interacciones por sesión y ajustó la configuración del modelo para prevenir respuestas desalineadas.
⚖️ ChatGPT y caso judicial (2023)
Un abogado utilizó ChatGPT para redactar un escrito legal, confiando en referencias generadas por la IA. El problema: los casos legales citados no existían. ChatGPT los había inventado completamente.
Consecuencia: El juez detectó el error, sancionó al abogado, y el caso se volvió viral. Subrayó el riesgo de confiar ciegamente en los modelos de lenguaje sin verificación humana.
🧬 Meta Galactica (2022)
Meta lanzó una demo pública de Galactica, un modelo para resumir papers científicos. Sin embargo, comenzó a generar textos plagados de errores factuales, afirmaciones inexactas y sesgos.
Consecuencia: Meta retiró la demo en solo tres días, reconociendo los problemas del modelo para operar con rigor científico en producción abierta.
🏛️ ChatGPT y difamación en Australia (2023)
ChatGPT respondió erróneamente que un alcalde australiano había sido condenado por corrupción. En realidad, nunca fue procesado; había sido solo denunciante.
Consecuencia: El alcalde anunció una posible demanda por difamación. Este caso puso en evidencia los riesgos legales que pueden derivarse de las alucinaciones en contextos públicos o institucionales.
Como vemos, las alucinaciones no son meros errores menores: pueden tener impacto en la vida real, desde pérdidas económicas masivas hasta acciones legales y daños a la reputación. Vale la pena señalar que incluso los modelos más avanzados sufren este problema en cierta medida. Por ejemplo, un seguimiento independiente mostró que diversos LLMs populares (GPT-4, Claude, etc.) alucinan entre un 2.5% y 8.5% de las veces en tareas generales, cifra que supera el 15% en algunos modelos. Y en dominios especializados, las tasas pueden ser alarmantemente altas; un estudio de Stanford halló que frente a preguntas jurídicas verificables, modelos recientes devolvieron contenidos hallucinados en el 69% a 88% de los casos. Es decir, no podemos asumir que “el modelo no va a fallar”: es un hecho que, sin mitigación, tarde o temprano lo hará. Esto nos lleva a reflexionar cómo debemos interpretar estas alucinaciones y qué significan en el uso cotidiano de la IA.
¿Cómo interpretar las alucinaciones: error del modelo, sesgo o problema de expectativas?
Cuando un LLM produce una respuesta alucinada, ¿qué debemos pensar? ¿Es simplemente un error técnico a corregir, un sesgo aprendido, o estamos nosotros esperando algo que la tecnología no promete? En general, las alucinaciones en LLMs deben interpretarse considerando varios factores:
Limitación intrínseca vs. error corregible: Dado que predecir texto no garantiza veracidad, las alucinaciones son en parte una limitación intrínseca de estos modelos tal como existen hoy. No es exactamente un “bug” que podamos eliminar por completo, sino un comportamiento emergente de su diseño. Dicho eso, también es cierto que algunas condiciones empeoran el problema (como vimos en causas técnicas), y allí hay margen de mejora. Por ejemplo, un modelo puede ser afinado para abstenerse de responder si no está seguro, lo que reduce alucinaciones (aunque no las elimina). En resumen: no se trata de un error puntual fácil de arreglar, sino de un fenómeno a gestionar continuamente.
Sesgos y contenido de entrenamiento: En ocasiones, lo que parece una alucinación también puede estar reflejando un sesgo del modelo. Si el modelo tiende a “imaginar” siempre cierto tipo de información (por ejemplo, atributos negativos hacia cierto grupo) podría indicar que sus datos de entrenamiento tenían un patrón sesgado. Aquí la alucinación no nace de la nada, sino de un patrón erróneo en los datos. Por tanto, es un recordatorio de que los modelos heredan prejuicios y errores de sus fuentes, y sus invenciones pueden no ser neutrales, sino inclinadas consistentemente hacia ese sesgo. Detectar y corregir esos sesgos es parte de interpretar correctamente las salidas de un LLM.
Expectativas del usuario y sobreconfianza: Es crucial entender que si un usuario toma la salida de un LLM como si fuera verdad, el problema no es solo de la IA sino de expectativa. Un modelo generativo no es una base de conocimientos verificada ni un motor de búsqueda confiable por defecto. Esperar exactitud al 100% es una expectativa mal planteada. De hecho, muchos casos problemáticos (como el del abogado) ocurrieron porque el usuario asumió que “la IA no iba a inventar cosas” Por ello, educar a los usuarios y tomadores de decisiones sobre las limitaciones es fundamental. Las alucinaciones nos recuerdan la necesidad de escepticismo constructivo: verificar respuestas importantes y no delegar juicio crítico a la máquina.
Una alucinación de IA debe verse como una alerta. No significa que el modelo “mienta” intencionalmente (no tiene intención), sino que ha llegado al límite de su conocimiento o comprensión y está extrapolando más allá de lo confiable. Es un indicador de que necesitamos manejar con cuidado esa respuesta: quizá descartarla, verificarla o mejorar el sistema que la generó. Lejos de demonizar al modelo por “alucinar”, debemos entender este comportamiento como parte de la herramienta y abordar sus implicaciones con responsabilidad, tal como veremos a continuación.
Estrategias para mitigar las alucinaciones de IA
Eliminar completamente las alucinaciones de un LLM sigue siendo un reto de investigación abierto. Sin embargo, sí podemos reducir drásticamente su aparición e impacto mediante buenas prácticas en dos frentes: durante el desarrollo del modelo y durante su despliegue (uso en producción). A continuación, detallamos estrategias en cada fase.
Mitigación durante el desarrollo del modelo
Mejorar la calidad y cobertura de los datos de entrenamiento: Dado que muchos errores vienen de lagunas en los datos, es crucial utilizar datasets amplios, actualizados, diversos y verificados en el entrenamiento. Incluir fuentes confiables y múltiples perspectivas reduce sesgos y da al modelo más contexto real, disminuyendo la necesidad de “inventar” respuestas. Asimismo, depurar información incorrecta conocida del conjunto de entrenamiento (por ejemplo, filtrando afirmaciones demostrablemente falsas) puede evitar que el modelo las aprenda y reproduzca.
Afinar el modelo con penalización a errores factuales: Más allá del entrenamiento inicial, se pueden aplicar técnicas de fine-tuning o entrenamiento por refuerzo enfocado en la veracidad. Por ejemplo, usar Retroalimentación Humana (RLHF) no solo para seguir instrucciones, sino para que el modelo prefiera decir “no sé” antes que alucinar un hecho. Si en el conjunto de afinamiento se castigan las respuestas inventadas y se premian las correctas o las abstenciones apropiadas, el modelo puede aprender a ser más cauto cuando no está seguro. Esto debe hacerse con cuidado (penalizar en exceso podría hacer al modelo demasiado evasivo), pero es una vía activa de mejora.
Incorporar mecanismos de verificación (grounding): Una tendencia reciente es dotar al LLM de herramientas que le permitan comprobar datos. Por ejemplo, modelos con búsqueda integrada (que consultan una base de conocimiento o internet) para contrastar hechos antes de responder, o modelos híbridos que combinan memoria neuronal con bases de datos externas. Un enfoque común es la generación con recuperación: el modelo primero busca documentos relevantes y luego elabora la respuesta citando esos documentos, en lugar de solo usar su memoria interna. Esto ha demostrado reducir alucinaciones, ya que la respuesta queda anclada a información concreta. Sistemas comerciales (como la búsqueda en Google dentro de Gemini) ya emplean esta técnica para mejorar la precisión factual.
Optimizar la arquitectura y parámetros: A nivel de I+D, equipos están explorando arquitecturas que integren mejor el razonamiento lógico y la consistencia interna. Por ejemplo, permitir que el modelo “piense paso a paso” (técnica de Chain-of-Thought) y luego revise su propia respuesta puede ayudarle a detectar incoherencias antes de dar la respuesta final. También se investiga en modelos verificadores separados: un segundo modelo cuya tarea es leer la respuesta del primero y marcar posibles alucinaciones. Estas soluciones aún están madurando, pero apuntan a un futuro donde el propio sistema tenga “frenos internos” para no afirmar algo sin fundamento.
Testing y evaluación enfocada en alucinaciones: Durante el desarrollo, es vital evaluar sistemáticamente qué tanto alucina el modelo. Existen benchmarks específicos, como TruthfulQA (preguntas diseñadas para tentar al modelo a mentir) o conjuntos de preguntas factuales donde se sabe la respuesta correcta. Medir el porcentaje de errores factuales y analizar patrones (¿en qué temas o formatos de pregunta falla más?) permite iterar en el entrenamiento. También conviene probar el modelo con prompts adversarios: entradas trucadas para inducir errores, lo que ayuda a identificar casos límite. Cuanto más riguroso sea el test en laboratorio, menos sorpresas desagradables habrá luego.
Mitigación en el despliegue y uso en producción
Incorporar guardrails (controles) en la aplicación: Los LLM guardrails son capas de seguridad que envuelven al modelo para validar o limitar sus salidas. Por ejemplo, antes de devolver la respuesta al usuario, pasarla por filtros de verificación que detecten posibles datos inventados (quizá comparando con fuentes confiables) o contenido prohibido. Un guardrail puede ser tan simple como una lista de “no dar respuestas numéricas que no estén en el contexto proporcionado” hasta reglas complejas. También existen librerías especializadas para esto. La idea es que el modelo no opere totalmente solo, sino acotado por reglas de negocio y seguridad de la aplicación donde se integra.
Limitar el alcance de las respuestas: En ciertos casos, restringir la longitud o formato de la respuesta puede prevenir divagaciones alucinatorias. Por ejemplo, si solo necesitas un dato puntual, configura el sistema para que el modelo responda en una frase corta en lugar de un párrafo elaborado (que aumenta la probabilidad de error). Otra táctica es forzar citación de fuentes: si el modelo debe proveer una referencia para cada afirmación factual, es más probable que se apegue a información real. Algunos entornos también usan umbrales de confiabilidad — si el modelo tiene un mecanismo de puntuar su propia certeza (p. ej. la probabilidad promedio de las palabras que eligió), y esa certeza es baja, se podría entonces no dar esa respuesta al usuario sino emitir un mensaje de incertidumbre o derivar a revisión humana.
Despliegue escalonado y pruebas piloto: Antes de exponer un LLM directamente a todos los usuarios finales, es recomendable un despliegue controlado o beta. Esto implica probarlo con un grupo pequeño o en situaciones monitoreadas para ver cómo se comporta en escenarios reales. Durante esta fase se puede recopilar ejemplos de alucinaciones que no aparecieron en pruebas internas y ajustar los guardrails o entrenar con esos casos adicionales. Es mejor detectar y corregir una tendencia a alucinar a este nivel que enfrentarla ya en plena producción masiva.
Monitoreo y detección en tiempo real: Una vez en producción, se debe establecer monitorización continua de las interacciones del LLM. Por ejemplo, registrar todas las respuestas y usar herramientas (incluso otros modelos) que evalúen después si pudo haber un error factual. Igualmente, habilitar que los usuarios reporten fácilmente una respuesta como sospechosa o incorrecta en la interfaz. Ese feedback debe ser revisado rápidamente. Algunas organizaciones forman comités o equipos de “red team” post-despliegue dedicados a atacar el sistema con preguntas trampa periódicamente para asegurarse de que sigue comportándose como esperado.
Supervisión y validación humana en el flujo: No dejar solo al modelo en tareas críticas. Si la aplicación lo permite, es ideal tener un humano en el circuito de validación. Por ejemplo, en un soporte al cliente automatizado, se puede establecer que las respuestas del bot sean revisadas por un agente humano cuando contienen cierta información delicada antes de enviarse al cliente. O en generación de reportes, que un analista revise y confirme los datos generados por la IA antes de publicarlos. La supervisión humana es el último filtro de seguridad: garantiza que si la IA alucina, haya alguien para detectarlo y corregirlo. Además, estos humanos pueden aportar expertise de dominio (conocimiento especializado) que el modelo puede no tener, atrapando así errores sutiles. Aunque esta práctica reduce automatización, en entornos sensibles es un compromiso necesario hasta que la tecnología sea más fiable.
Del prototipo a la producción: la importancia de los guardrails, validación humana y monitoreo
Desarrollar un prototipo con un modelo de lenguaje hoy es relativamente fácil: con unas pocas llamadas a una API o librería puedes tener un chatbot o un generador de textos funcionando y mostrando resultados sorprendentes. Sin embargo, llevar ese prototipo a un producto de producción conlleva retos adicionales, siendo las alucinaciones uno de los principales. Muchos equipos técnicos han aprendido que un demo exitoso no garantiza un sistema sostenible ni seguro en el mundo real. Aquí resaltamos por qué es crítico no escatimar en controles y monitoreo al hacer esta transición:
Los errores raros importan: En un prototipo de laboratorio, una alucinación ocasional puede pasar inadvertida o considerarse “no pasa nada, es solo un test”. Pero en producción, aunque ocurra una vez entre mil, puede tocar justo una consulta sensible de un cliente importante, o viralizarse en redes, con consecuencias desproporcionadas. Por ello, en producción debemos diseñar para el peor caso, no solo el caso promedio. Asumir que la IA sí dará una respuesta disparatada eventualmente, y estar preparados para manejarla o mitigar el daño.
Controles y evaluaciones exhaustivas: Antes del despliegue final, se deben implementar guardrails robustos como describimos, y probar el sistema extremo a extremo. Incluir casos de prueba donde el modelo deba negarse a responder (y comprobar que lo haga), casos donde de referencias cruzadas, etc. También es recomendable una auditoría externa o cruzada: que personas no involucradas directamente en el desarrollo intenten romper el sistema o encuentren fallos (lo que en ciberseguridad sería un pentest, aquí aplicado a la calidad y veracidad del output). Esta mirada fresca suele descubrir escenarios que a los creadores se les escaparon por familiaridad.
Balancear la experiencia de usuario con la seguridad: En producción habrá tensión entre hacer el sistema muy seguro vs. útil y amigable. Demasiados bloqueos o verificaciones pueden frustrar al usuario; muy pocos, y se arriesga información falsa. Encontrar ese balance es parte del trabajo de ir de prototipo a producto. Por ejemplo, si el prototipo respondía todo libremente, la versión productiva quizá deba decir “No puedo responder eso” en algunas preguntas. Educar al usuario sobre por qué a veces la IA se niega (ej: “Lo siento, no tengo certeza sobre ese tema”) puede formar parte de la experiencia. La transparencia en las limitaciones puede incluso mejorar la confianza del usuario informado, en lugar de perjudicarla.
Monitoreo continuo y mejora iterativa: A diferencia de software tradicional, donde una vez desplegado se espera que funcione igual siempre, un modelo de lenguaje en producción requiere observación constante y ciclos de mejora. Esto incluye actualizar el modelo o su conocimiento (si el mundo cambia o si se identifican áreas donde alucina mucho), ajustar parámetros de generación, refinar los filtros, etc. También significa estar preparados para responder rápidamente a incidentes: si ocurre una alucinación grave en vivo, tener protocolos para pausar ciertas funciones, emitir comunicados, corregir y aprender de ello. Idealmente, se mantiene un registro de incidentes de alucinación y cómo se resolvieron, alimentando un proceso de calidad continua.
Validación humana como respaldo permanente: En la transición a producción, se debe decidir en qué puntos siempre habrá intervención humana. Por ejemplo, quizá en las primeras semanas todo output sea revisado antes de entregarse, hasta ganar confianza. O en el largo plazo, mantener supervisión humana en un porcentaje de interacciones de forma aleatoria para control de calidad. Esto, aunque costoso, es esencial en aplicaciones críticas. Con el tiempo, es posible que la necesidad de intervención disminuya gracias a mejoras en el modelo, pero no asumir que se podrá remover al humano por completo sin evidencia sólida de que el sistema es suficientemente fiable.
La clave: estrategia y vigilancia
Las alucinaciones en modelos de lenguaje son un recordatorio de que, pese a sus impresionantes capacidades, estos sistemas no “entienden” el mundo como nosotros y pueden equivocarse de maneras peculiares. Para tomadores de decisiones y público interesado en IA, conocer este fenómeno es crucial para usar la IA de forma responsable y efectiva. La IA generativa ofrece enormes beneficios, pero llevarla de la idea a la realidad exige algo más que integrar un modelo: requiere una estrategia integral de calidad, ética y seguridad. Con los debidos guardrails, validaciones humanas y monitoreo, es posible aprovechar el poder de los LLMs minimizando sus deslices alucinatorios. En última instancia, el objetivo es desarrollar una confianza informada en estas herramientas – reconociendo sus límites – para así desplegarlas donde aporten valor, con la tranquilidad de que contamos con mecanismos para manejar esos momentos en que la imaginación de la IA le gana a los hechos.